El país entero festeja un nuevo aniversario de la
"Revolución de Mayo" acontecimiento que evoca los orígenes de nuestra
Nación, un grupo de hombres y mujeres decididos y arrojados toman el gobierno
de lo que en ese momento era el Virreinato del Río de la Plata arriesgándolo
todo por la libertad, pero que no sea tan sólo el recuerdo de ese hecho el que
nos una hoy sino que esto se convierta en el símbolo y en la excusa para
recordar a tantos otros que lucharon por la patria y que lo siguen haciendo
cotidianamente, en muchos casos fracasando en sus intentos, en otros sin
grandes triunfos dignos de que recuerde la historia pero igualmente
importantes, y que también este día nos sirva para reflexionar acerca de
nuestro propio papel como ciudadanos y constructores de esta nuestra patria.
Estos hombres, tenían grandes sueños y esos sueños eran, en
primer lugar, constituir una Nación, un país nuevo, independiente, sin ninguna
clase de vínculos con la antigua España ni con ninguna otra. En segundo lugar,
la idea era hacer una sociedad más justa, mediante dos principios
fundamentales: el de que la autoridad venía del pueblo y el de que debía
construirse una sociedad más igualitaria, estas eran las ilusiones de los
hombres de Mayo.
Pero esto hombres no sólo tenían sueños, tenían la fortaleza
y la determinación para hacerlos realidad.
Este primer gobierno patrio fue sólo el primer paso hacia el desarrollo de una Argentina libre e independiente.
Sin embargo, en estos días de economías globalizadas, estos ideales se han ido diluyendo, aquellos ideales que en el nacimiento de la Patria movilizaron tantos sueños y tantos esfuerzos, fueron perdiendo su significado y hoy su sentido es un poco difuso.
Este primer gobierno patrio fue sólo el primer paso hacia el desarrollo de una Argentina libre e independiente.
Sin embargo, en estos días de economías globalizadas, estos ideales se han ido diluyendo, aquellos ideales que en el nacimiento de la Patria movilizaron tantos sueños y tantos esfuerzos, fueron perdiendo su significado y hoy su sentido es un poco difuso.
¿Podemos afirmar hoy en día que somos una patria libre de
toda dominación extranjera?, cuando nuestra economía depende de las naciones
más poderosas.
¿Podemos hablar del ejercicio irrestricto de nuestra
soberanía?, cuando nuestro territorio se halla usurpado por capitales
multinacionales.
¿Podemos asegurar nuestra independencia política?, cuando la
corrupción de la clase política es moneda corriente.
Tal vez nos toque a nosotros volver a retomar aquellos
ideales y formular un nuevo significado de la palabra Revolución. Un
significado que abarque el derecho de cada argentino para trabajar y ganarse su
pan, sin debérselo a nadie sino a su propio esfuerzo. La independencia de
nuestro país de decidir según sus propios intereses. La posibilidad de que cada
persona que viva en nuestro país, tenga derecho a tener su techo, educar a sus
hijos y poder prometerles un futuro mejor.
La Revolución Argentina de hoy debe ser la que sea capaz de
dar a su pueblo más educación, más trabajo y los instrumentos culturales que le
permitan enfrentarse en pie de igualdad a este mundo globalizado, que insiste
en dejarnos de lado. Tal vez nos toque a nosotros ser los idealistas que
llevemos a cabo esta Revolución. Y que podamos decir otra vez que “surge a la
faz de la tierra una nueva y gloriosa nación”.
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